o el mástil del olvido al que te ataste,
nadie pudo ver tu rostro Mujer, dulce sirena errante.
Allí en-callaste lo hermoso de tu canto,
y hoy vuelves a insistir -como la vida-
cuando te saca de algún agujero negro de la existencia indeseable.
Publicaste tu horror y tu grandeza, cuando el mundo tapaba sus oídos y las lenguas hablaban con signos indolentes, en tiempos subjuntivos: pura flor, puro verso, puras frases deseantes.
Corazón digital, flotaste en un abismo de pulsos intermitentes,
te borraste los sueños y aquel Amor posible, virtualmente correspondido.
Cuerpos online, conectados sin contacto, un giga de recuerdos y palabras en archivos amenazados de realidad sin pantallas.
Parece que hace siglos de tu adicción a las letras,
parece que este nuevo paradigma de voluntades poéticas,
te trajera otra vez de alguna orilla, a esta isla secreta.
A la vanguardia o al mito universal,
que te hipnotiza
y llena de metáforas tu lengua.
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